MELODIAS TRADICIONALES DEL POP DE LOS 80

El nuevo disco de la banda platense indaga en las cercanías y desentendimientos de los nuevos formatos del amor sin perder el movimiento.
Una bola de espejos gira y esparce rayos de luz. Cortinas metalizadas de papel cubren por completo las paredes del salón. Cada leve movimiento en los flecos plateados produce brillos que deslumbran la visión. Cinco jóvenes se suben al escenario y comienzan a tocar. Llevan camisas de colores setentosos y sacos largos, pantalones de oficina y zapatos acordonados.
Con glamour atildado, firmes en la nostalgia, los jóvenes señalan las cotidianidades y fugacidades de los vínculos amorosos actuales mediante instantes musicales. A través de las canciones de Affaire, su segundo disco, los Vita Set nos transportan desde un baile de graduación que nunca tuvimos, a momentos que vivimos o deseamos y que nos acompañan todo el tiempo: los rumbos ramificados del corazón que busca sentir entre tanto algoritmo.
Tres años después de La Edad de Oro, la banda conformada por Tato Urbiztondo (voz), Manuel Álvarez (bajo), Santiago Hernández (batería), Franco Armisén (guitarra) y Matías Lima (sintetizadores), revitalizó su sonido expandiéndose hacia territorios más electrónicos. Si en el primer disco el pop coqueteaba con el indie y el rock, en Affaire predominan teclados luminosos, bajos puntiagudos, baterías sintéticas y guitarras deslizables. Una fórmula efectiva, un punto de inflexión tan groove como experimental, donde los loops intervienen para desdoblar los sentimientos y canalizar el misterio de los (des)encuentros. Los Vita Set impregnan de un espíritu nocturno a las siete canciones del disco y transforman la melancolía crepuscular o de las altas horas en un viaje trepidante. Para asumir ese desafío el grupo se sirvió de las coordenadas sonoras del electropop francés de artistas como Breakbot y Lewis OfMan.
Affaire se vivencia como una demostración innovadora, que llega para hacer que las luces de las casas giren y parpadeen, para que incursionemos de nuevo en la telenovela clásica de nuestros anhelos. Porque desde un comienzo los Vita consiguen que el encierro, la habitación solitaria, la pantalla soporífera, el chat estancado, se conviertan en un verano soleado o en una pista de baile ideal para los naufragios sentimentales.
En perpetuo despojo de las formas anticuadas de concebir los vínculos amorosos, Vita expone sus cavilaciones románticas con respectivos anclajes millennials. Explora con discreción y sencillez la mecánica inextricable del deseo moderno, el paso de la euforia a la decepción, los circos y las máscaras virtuales que se montan para huir del compromiso, las huellas aparentemente indelebles de experiencias fugaces, el cóctel de intensidad y dramatismo de cada desengaño afectivo, el constante movimiento a otro lugar, a otra persona. Affaire es la expresión de un momento y a la vez de una época.
El disco empieza en su punto más alto, con Romance de Fin de Semana—más de 100.000 reproducciones en Spotify—. Con la colaboración de la artista chilena Antonia Navarro, la canción se desenvuelve entre sintetizadores coloridos y bases contenidas. Con un timbre delicado, casi en un susurro, Antonia dialoga con la voz afligida de Tato sobre el peso de lo no dicho, el desentendimiento y la imposibilidad de retener a alguien. El estribillo de la canción puede quedar flotando en la memoria sensitiva de cualquiera.
Una atracción inexplicable y la incertidumbre confusa que se da en Entre Líneas —cantada por Franco y Tato— se convierte en una despedida deseada en Si no hay con quien bailar, donde los correteos del bajo y las tramas coloridas contrastan con una disolución inminente y desgarradora. «Dudé de las personas felices», reconoce Tato, más escéptico que nunca de los happy endings. La invocación del baile y la necesidad perentoria por compartirlo vuelve con En Movimiento. Un encuentro casual, amor a primera vista y confesiones precipitadas se suceden con sintetizadores que esparcen la adrenalina melosa de algo nuevo.
El desaliento cobra espesor en Cruel, quizás el tema más lento del conjunto. «Si te mentí es porque te quiero/ No hay verdad sin dualidad», revela Tato, de pronto sin energías, entre capas sintetizadas que se superponen para proyectar distancia. La envolvente Réplica sorprende con su bajo escurridizo y su secuencia cinemática. La percusión se complejiza, suma elementos puramente electrónicos y genera un efecto potente. Un recorrido arriesgado entre voces sampleadas y rimas al descubierto.
El viaje culmina con Affaire de colección. Los Vita refuerzan algunos elementos del french house —como ese ostinato muteado de la guitarra y las ornamentaciones firmes del bajo— para condensar el espíritu sensible y romántico del disco. Esta vez la cadencia íntima de la voz de Franco sugiere la volatilidad del deseo, las consecuencias del paso del tiempo, el movimiento hacia lo esporádico o lo permanente y el juego imprevisible de los afectos.