EL COMIENZO DE UNA GRAN CARRERA MUSICAL
40 años ya se cumplen del primer disco de los Enanitos Verdes. El momento crucial, fuera del de su fundación, que provocó una onda expansiva que aún continúa y que llevó a la banda mendocina no sólo a convertirse en la más popular e importante entre las nacidas en esta tierra, sino en una de las más importantes del rock en español de todo el mundo.
Se editaba por el sello Mordisco el álbum debut (homónimo) de esta banda que había sido fundada en 1979 y que, a la sazón, estaba integrada por una formación irrepetible: Mariano Cantero (voz y bajo), Felipe Staiti (guitarras), Daniel Piccolo (batería) y Sergio Embrioni (guitarras).
Los Enanos llegaron a esa grabación merced al éxito que venían acumulando en su provincia natal, pero especialmente el conseguido tras un show en La Falda (Córdoba), que terminó llamando la atención en tiempos de verdadero resurgir del llamado rock nacional tras la vuelta a la democracia. Así, compusieron un grupo de nuevas canciones, se sumó Leo Sujatovich como productor y entraron a grabar en Del Cielito, estudio de grabación de David Lebón, quien, además, aportó la voz en una de las canciones emblemáticas.
El disco terminó teniendo un éxito moderado, pero allanó el camino para el que sería el verdadero estallido de popularidad de la banda (el álbum siguiente, Contra reloj). Sin embargo, consiguió que varias de sus canciones sonaran una y otra vez en radios y boliches, especialmente La nena de diecisiete, La miraba de atrás y Comiendo en el plato del perro. A la vez, en el disco había dos gemas: Detrás de las ruinas y el que quizá pueda ser considerado el himno absoluto del rock mendocino: Aún sigo cantando, una de esas canciones capaces de emocionar hasta las piedras.